Hace unas horas apagué el velador y esperé a que mis ojos se acostumbraran para verte con la luz que viene de la calle y de la luna. Dormida así, dándole pataditas espasmódicas a la nada, ocupás todo el ancho de la cama.
Cuando te despiertes no te vas a acordar, pero hoy cantamos juntos la que me decís es tu canción favorita “la del perro” y casi me sale entera la melodía en la viola.